EL ONCE FANTASMA

Pedro Escartín bautizó al Granada CF (el Recreativo Granada) con el apodo de "Once Fantasma" cuando este club era un recién llegado a la competición pero ya andaba codeándose con equipos de solera y aspiraba a lo máximo.
En este libro se narran las vicisitudes por las que atravesó el Recreativo en sus cinco primeros años de existencia y también se recogen los sucedidos ciudadanos más impactantes de aquella época revuelta que fue la de la II República.
En la foto de cabecera se ve al Recreativo que se enfrentó al Gimnástico de Valencia en el campo madrileño de El Parral, 21 de febrero de 1934. De pie: Sosa, Tomé, Calderón, Luque, Itarte, Carrera, Victorio y Tabales; agachados: Gomar, Morales y Herranz.
Para adquirir un ejemplar firmado y dedicado por el autor (20 €), dirigirse a
jlramostorres@gmail.com


Historia del Granada CF



miércoles, 1 de julio de 2009

KALMAR. EL MÁGICO MAGIAR




El día del patrón San Cecilio de 1959, en Los Cármenes, el débil Oviedo empató a uno con la curiosidad de que en los dos goles el último en tocar el balón fue el mismo jugador, el futuro granadinista y granadino Eduardo Gómez, Lalo. Entre una gran bronca hacia el banquillo terminó aquel partido, jornada veinte del calendario de la 58-59, que dejaba al Granada con -4 y a sólo dos puntos de los puestos de descenso directo faltando diez jornadas. Por eso la directiva que presidía Luis Rivas se decidió a dar el finiquito al técnico argentino Alejandro Scopelli, el entrenador del oxígeno. Las dos jornadas siguientes se sentó en el banquillo José Manuel González. Pero a partir de la jornada 23 se hizo cargo del equipo Kalmar. Su debut fue a lo grande, en un partido en el que el Granada endosó al Las Palmas un contundente 4-1. Hubo aquella tarde lo que hoy se conoce como un hattrick, a cargo del gordo Benavídez.

Nada más y nada menos que el húngaro Jeno (Eugenio) Kalmar entraba así en la historia de este modesto club. Se trata de toda una leyenda del fútbol mundial. Antes que técnico fue un delantero bastante goleador dotado de un gran remate de testa que jugó en su país, con el que fue varias veces internacional, y también en el fútbol francés. Pero sus grandes triunfos los consiguió desde el banquillo. El más importante lo obtuvo al frente del mítico Honved de Budapest, que con jugadores como Puskas, Bozsik, Czibor, Grosica o Kocsis ganó varias ligas húngaras y maravilló a Europa con su juego de clara vocación atacante, y que era la base del equipo que se conoció como los “mágicos magiares”, la selección húngara a la que sólo un mal partido en la final ante Alemania apartó contra pronóstico del título de campeón en el Mundial de 1954, que se celebró en Suiza. Al frente del Honved se encontraba Kalmar en 1956, en Bilbao, para disputar la primera eliminatoria de Copa de Europa, cuando estalló la Revolución Húngara contra el estalinista régimen prosoviético. El fracaso del movimiento y lo incierto de la situación que vino después decidió a la mayoría de los integrantes de aquel conjunto a no volver a su país. Algunos se quedaron en España.

Jeno Kalmar, a quien erróneamente se bautizó en la prensa española con el nombre de Janos (por cierto, en Internet hay muchas más entradas buscando por este nombre que por el suyo verdadero) tampoco volvió a Hungría para entrenar en Austria. Y en 1958 ficha por el Sevilla y debuta en el fútbol patrio. Su total desconocimiento del idioma español unido a que el equipo sevillista era por entonces un segundón, luchando por conservar la categoría, le hicieron fracasar en esta su primera experiencia española, con lo que en la jornada ocho de la 58-59 dimitió dejando a los hispalenses en el farolillo rojo. Pero esta misma temporada, como ya se ha dicho, el destino y la destitución de Scopelli le traen a Granada.

Con el carné de Cholín y con González de gesticulante “intérprete”, la sabia mano de Kalmar se nota enseguida. El nuevo míster cambia de posición a algunos futbolistas clave, como Benavídez, a quien hace jugar algo más alejado de las porterías contrarias y por el que debe pasar todo el juego de ataque, y al mismo tiempo “amplía” el terreno buscando la rapidez en banda de dos hombres también en lo mejor de sus carreras como Vázquez y Arsenio. Con sus retoques y con la incorporación del gran Carranza para la recta final de la liga se produce una reacción con la que consigue el Granada quedar a salvo de los puestos de descenso y a punto está también de eludir los de promoción de no ser por la derrota en la última jornada, en el campo del Osasuna, unida a algún resultado sospechoso en otros campos. La promoción no se pudo evitar, pero casi se puede decir de ella que fue un mero trámite, y un Granada arrollador mantuvo la máxima categoría sin problemas frente al Sabadell, que tuvo que esperar dos meses para vérselas con todo un subcampeón de copa.

Terminada la liga y antes de jugarse el todo por el todo en la promoción comienza el trofeo de Copa del Generalísimo, al que llega el Granada en plena forma. La suerte depara rivales de segunda hasta llegar a semifinales. Pero esto no quita mérito a la gran campaña granadinista. El Granada terminó la liga (de la que sólo ocho partidos son de Kalmar) con el balance de 30 goles a favor por 43 en contra en las treinta jornadas que duró. Pero en los diez partidos de copa disputados va a conseguir 31 goles, cifra a la que habría que sumar los seis que se llevó el Sabadell en los dos partidos de promoción (nueve al Elche, recién ascendido a primera; diez al Cádiz; siete al filial del R. Madrid, el Plus Ultra; cuatro al Valencia; uno al Barcelona) y sólo va a encajar diecisiete. La mejor defensa es un buen ataque, reza una máxima futbolera que puede aplicarse plenamente al Granada de Kalmar (para deleite de los granadinistas que tuvieron la gran suerte de verlo) que si antes de su llegada todo lo fiaba a la contención, con Kalmar va a ser un conjunto temible de medio campo para adelante.

Letras de oro merece Jeno Kalmar en los anales rojiblancos. Con él en el banquillo el Granada alcanzó su mayor proeza: subcampeón de España 1959. En la final del Bernabéu, de la que se cumplen cincuenta redondos años, no hubo sorpresa sino que triunfó la lógica y se impuso el Barcelona, equipo incontestable que dirigía otro mito del fútbol mundial, Helenio Herrera, que acababa de ganar también la liga y que es equiparable al del reciente triplete. Pero para la historia queda la proeza del modesto que se sube a las barbas de los grandes. También para la historia queda la gran victoria (3-1) sobre el Valencia (cuarto en la liga) con la que el Granada accedía a la final, desempate jugado en el mismo escenario unos días antes y sobre el que casi todos los historiadores rojiblancos coinciden en que fue uno de los mejores -si no el mejor- de todos los disputados por el Granada en sus ya casi ochenta años de vida.




El Granada de sus buenos años primerdivisionistas mereció en más de una ocasión el meramente honorífico título de equipo revelación. Pero el equipo rojiblanco a pesar de realizar algunas buenas campañas en Primera no pudo nunca darse a conocer fuera de nuestras fronteras en competición oficial. El gran Granada de Kalmar, subcampeón de España de la temporada 58-59, tampoco. Y es que de nuestro Granada se puede decir que hasta cuando lo hace bien no le acompaña la misma buena estrella que a otros a los que, desde nuestra óptica de forofos, creemos que con menos méritos no se les niegan cosas que al nuestro sí. En 1959, al quedar subcampeón de Copa y dado que el Barcelona ya había ganado la liga, es decir, estaba clasificado para Copa de Europa, el subcampeón debería haber accedido a otro torneo organizado por la UEFA. Pero para nuestro infortunio faltaban todavía dos años para la instauración de la Recopa, desaparecido torneo internacional que disputaban los campeones europeos de copa en sus distintos países. Sí se disputaba por entonces la que se llamó Copa de Ferias, equiparable y antecesor de la actual Copa de la UEFA, pero los criterios de clasificación de los participantes no eran como ahora, no la determinaba exclusivamente lo deportivo. Del mismo modo, las dos mejores clasificaciones de la historia rojiblanca, sextos en 71-72 y en 73-74, no supusieron disputar competición internacional porque entonces el sexto se quedaba fuera. Quiere todo esto decir que si en lugar de hace cincuenta años (o treinta y ocho), las mejores prendas del registro granadinista hubieran ocurrido en estos tiempos (y si no que le pregunten a Valencia y Bilbao), el Granada se habría ya asomado a Europa al menos en tres ocasiones.

Jeno Kalmar, por su brillantísimo final de temporada 58-59 fue renovado y con él y casi la misma plantilla el Granada logró la permanencia en la 59-60 sin tener que disputar siquiera promoción. Lo que ocurre es que el equipo empezó bien pero fue bajando en juego y resultados, cosa normal para una plantilla bastante veterana, para acabar salvando la máxima categoría de forma agónica en la última jornada en Los Cármenes ante el Valencia, al que se pudo derrotar merced a un solitario gol de penalti transformado por Benavídez. Terminada la liga se inició la copa, y en esta ocasión no se pudo repetir ni de muy lejos la hazaña de un año atrás, siendo eliminados a las primeras de cambio por el Huelva, de segunda. El presidente Jiménez Blanco “barrió” a casi todos los veteranos de la plantilla y también al míster, que para entonces todavía no había aprendido ni una palabra de español y lo habían cateado en el curso de entrenadores (¡el gran Kalmar teniendo que recurrir a chuletas!). Su no continuidad bien que la íbamos a lamentar a lo largo de la nefasta 60-61.

Hay un segundo capítulo de Kalmar en rojiblanco. Y también en esta ocasión fue muy afortunado su paso por el banquillo. En 1965 lo contrata José Bailón y logra ensamblar un gran equipo de hombres más que de nombres con el que el Granada se sitúa enseguida en el liderato del grupo Sur de Segunda para después cederlo al Hércules pero sin abandonar en ningún momento los puestos altos de la tabla. Hasta llegar a la última jornada en la que el Granada queda segundo y se clasifica para la promoción de ascenso. Ascenso que se ganó en La Rosaleda al Málaga. A pesar de que todo lo aportado por el húngaro a la historia granadinista es sobresaliente, el ascenso de Málaga supone también su adiós definitivo al Granada.

Kalmar se fue al poderoso Español de Vila Reyes, donde también triunfó, consiguiendo un tercer puesto en la 66-67. Era el equipo de la famosa delantera de “los cinco delfines”: Amas, Marcial, Re, Rodilla y José María. Otras aficiones que guardan buen recuerdo del magiar son las del Oporto, Valladolid, Hércules y Málaga (a pesar de lo de 1966). En Málaga se afincó una vez retirado de los banquillos y al club boquerón volvió a prestar sus servicios poniendo su carnet para que Viberti pudiera dirigir al equipo y devolverlo a Primera en la 78-79. En Málaga falleció y allí descansan sus restos.

En 1985 fue entrevistado Jeno Kalmar para Ideal por José Luis Entrala en su domicilio malagueño, y en una emotiva conversación salieron a relucir todas las nostalgias de sus buenos años futboleros y, cómo no, de Granada y de los granadinos, teniendo buenas palabras para todos, porque otra de las cualidades que del húngaro resaltan los que le conocieron es que era ante todo un caballero. Por entonces le faltaba poco para cumplir los ochenta y en aquellos momentos vivía modestísimamente en compañía de su esposa y rodeado de gatos. Pese a haber sido una celebridad del balompié mundial sus últimos años fueron de penurias económicas.

Cincuenta años se cumplen de la hazaña del Granada. Momento adecuado como ninguno para rendir homenaje al capitán que los mandaba. Y bien que lo hacía. Joseíto es el míster rojiblanco que mejores números puede presentar. Pero D. Jeno Kalmar no le va a la zaga y es sin duda el más ilustre de cuantos ocuparon el banquillo rojiblanco.


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