EL ONCE FANTASMA

Pedro Escartín bautizó al Granada CF (el Recreativo Granada) con el apodo de "Once Fantasma" cuando este club era un recién llegado a la competición pero ya andaba codeándose con equipos de solera y aspiraba a lo máximo.
En este libro se narran las vicisitudes por las que atravesó el Recreativo en sus cinco primeros años de existencia y también se recogen los sucedidos ciudadanos más impactantes de aquella época revuelta que fue la de la II República.
En la foto de cabecera se ve al Recreativo que se enfrentó al Gimnástico de Valencia en el campo madrileño de El Parral, 21 de febrero de 1934. De pie: Sosa, Tomé, Calderón, Luque, Itarte, Carrera, Victorio y Tabales; agachados: Gomar, Morales y Herranz.
Para adquirir un ejemplar firmado y dedicado por el autor (20 €), dirigirse a
jlramostorres@gmail.com


Historia del Granada CF



martes, 1 de diciembre de 2009

BARCELONA PLAZA PROHIBIDA



El Granada CF de sus buenos años en máxima categoría, salvo en momentos puntuales fue siempre más cola de león que otra cosa. Pero con todo, en diecisiete temporadas pudo en más de una ocasión dar la alegría a sus hinchas de traerse algo positivo de la casa de los grandes. Así podemos contar victorias o empates arrancados en el Bernabéu, en el Metropolitano, en San Mamés, en el Sánchez Pizjuán, en Mestalla y en el Vicente Calderón. Pero hay una plaza, la del Barcelona, primero en Les Corts y después en el Nou Camp, en la que los diecisiete envites arrojaron siempre el mismo resultado: derrota rojiblanca, con el añadido de que en no pocas ocasiones esa derrota fue por goleada.
Cuando el Granada comparece por séptima vez (octava si cantamos también la visita en Copa de finales de los cuarenta) como visitante en el campo blaugrana, el 28 de febrero de 1960, el balance de sus seis anteriores visitas arroja la cifra de sólo siete goles a favor por ¡veintisiete! en contra (nada menos que 4,5 de promedio), que indica que los choques entre culés y rojiblancos suelen deparar goles en abundancia, sólo que esa abundancia viene dándose mucho más en una portería que en la otra. Y tal como venía siendo la norma de los partidos de anteriores temporadas, en ésta también se da un gran número de goles, nueve, pero esta vez sí están más repartidos pues el resultado final fue 5-4. En esta ocasión el Granada estuvo muy cerca de puntuar, cosa que mereció y que hubiera conseguido de no habérsele anulado un gol perfectamente legal.
En este final de febrero, jornada 24 (de 30), el sensacional Barça de HH, vigente campeón de liga y copa, sostiene una estrechísima pugna con el R. Madrid por revalidar el título, cosa que conseguirá muy al final y sólo por golaveraje, en uno de los campeonatos más reñidos que se recuerdan. Tres días después del partido contra el Granada tiene que devolver visita al Wolverhampton Wanderers inglés, en Copa de Europa. Por esa razón Helenio Herrera reserva a algunos de sus titulares (Gensana, Villaverde, Luis Suárez, Eulogio Martínez, Gracia). Pero claro, en ese vestuario hay estrellas más que de sobra, y si no vean los que jugaron: Ramallets; Olivella, Rodri, Pinto; Vergés, Segarra; Tejada, Kocsis, Evaristo, Kubala y Czibor (sólo Pinto no fue nunca internacional). El Granada, en esos momentos en puesto de promoción, opuso a Piris; Vicente, Méndez, Forneris; Becerril, Vílchez; Vázquez, Ramoní, Carranza, Martínez y Arsenio. Faltan hombres de la importancia de Benavídez, Ramírez y Larrabeiti, lesionados, y también Pellejero, cumpliendo una sanción de ocho partidos desde que fuera expulsado en San Mamés. Pero no es un Granada cualquiera, es el Granada del sabio Kalmar, el mismo que todavía puede lucir con orgullo el título de subcampeón de Copa. Es un Granada que, si se le conceden espacios, puede ganar en cualquier escenario, como ya ha hecho esta misma temporada en el Metropolitano madrileño. Con un juego rapidísimo, apoyado en los dos extremos, Vázquez y Arsenio, que cuajaron una actuación sobresaliente, el Granada sorprendió al campeonísimo Barcelona y a punto estuvo de sacar algo positivo.
A los dos minutos de echar a rodar el balón en el Camp Nou ya perdían los nuestros por 2-0. Pero el gran goleador que era Carranza pronto acortó distancias al aprovechar un magnífico pase de Arsenio y sortear la desesperada salida de Ramallets. Visto y no visto pues el Barça inmediatamente hacía subir el 3-1. No se amilana el Granada y enseguida consigue gol Arsenio, pero incomprensiblemente el árbitro Blanco Pérez lo anula por un “orsay” que sólo él ve, decisión protestada por la grada barcelonista, uno de los públicos más deportivos que puede haber en España. El trepidante ritmo impuesto por los dos contendientes hace que antes del cuarto de hora ya se hayan visto cinco goles (seis con el anulado), pues Luis Martínez consigue muy pronto el 3-2. A partir de aquí baja algo el ritmo, pero el Granada consigue el empate a tres a la media hora de juego por mediación de Vázquez, y con ese resultado se llega al descanso.
Lo mismo que sucedió al comienzo de la primera parte sucede a poco de empezar la segunda: el Granada recibe dos goles en poco más de un minuto. Y es que la cobertura parece tardar en calentarse, circunstancia en la que seguramente influye el hecho de que Vicente y Becerril están recién salidos de una lesión. Con el 5-3 parece todo decidido, pero el Granada todavía hará un nuevo gol, segundo de la cuenta de Vázquez, cuando todavía queda un cuarto de hora. Antes de que esto ocurra Carranza, en una de sus impetuosas entradas a por todo, se ha lesionado en un choque con Ramallets y ha tenido que ser retirado del terreno. No obstante todavía gozarán los rojiblancos de alguna oportunidad de golear, pero en inferioridad y sin Carranza la cobertura barcelonista está mucho más cómoda y ya no se mueve más el marcador.
Así terminó esta magnífica oportunidad granadinista de añadir el campo del todopoderoso Barcelona a la lista de grandes estadios de donde los nuestros se trajeron alguna vez algo positivo. Aparte de este partido sólo hay una ocasión en la que el Granada estuvo muy cerca de puntuar en el Nou Camp, fue casi diez años justos después, cuando el gran Granada de Rossi (de la primera vuelta) sólo pudo ser derrotado por la mínima y con mucho sufrimiento. El Granada, en ese momento tercer clasificado y con la insólita cifra en su haber de +5, puso en serios aprietos al Barça, equipo de la mitad de la tabla.

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