EL ONCE FANTASMA

Pedro Escartín bautizó al Granada CF (el Recreativo Granada) con el apodo de "Once Fantasma" cuando este club era un recién llegado a la competición pero ya andaba codeándose con equipos de solera y aspiraba a lo máximo.
En este libro se narran las vicisitudes por las que atravesó el Recreativo en sus cinco primeros años de existencia y también se recogen los sucedidos ciudadanos más impactantes de aquella época revuelta que fue la de la II República.
En la foto de cabecera se ve al Recreativo que se enfrentó al Gimnástico de Valencia en el campo madrileño de El Parral, 21 de febrero de 1934. De pie: Sosa, Tomé, Calderón, Luque, Itarte, Carrera, Victorio y Tabales; agachados: Gomar, Morales y Herranz.
Para adquirir un ejemplar firmado y dedicado por el autor (20 €), dirigirse a
jlramostorres@gmail.com


Historia del Granada CF



sábado, 3 de marzo de 2012

GOL Y PERMANENCIA


Granada 1 Valencia 0

27 de abril de 1958

Estadio Los Cármenes, lleno, diecisiete mil espectadores en tarde primaveral. Partido correspondiente a la jornada veintinueve y penúltima del campeonato de liga de primera división 1957-58

Granada CF: Piris; Vicente, Méndez, Larrabeiti; Pellejero, Baena; Jaco, Ramírez, Navarro, Rius y Manchón

Valencia CF: Goyo; Fernando, Quincoces, Mestre; Piquer, Sendra; Mañó, Fuertes, Ricardo, Walter y Seguí

Goles: 1-0, min. 43, RIus

Árbitro: García Fernández. Buena actuación

En la temporada del retorno a primera después de doce larguísimos años, a falta de sólo seis jornadas el Granada del argentino Alejandro Scopelli marchaba cómodamente colocado en el puesto décimo de la clasificación y a cinco puntos de los puestos de compromiso, que esta temporada se circunscribían exclusivamente a los dos últimos de la clasificación (15 y 16), que descendían de forma directa. Dos años antes se había suprimido la promoción (volvería a instaurarse la siguiente temporada), por lo que la permanencia estaba prácticamente asegurada a pesar del -4 del casillero rojiblanco. En Los Cármenes se habían escapado muy pocos puntos y aunque lejos de Granada solo se habían obtenido tres, todo hacía indicar que no se iba a sufrir demasiado para quedarse entre los grandes,

Pero todo se complicó con las cuatro derrotas consecutivas que vinieron a continuación, en especial la sufrida en casa ante el Osasuna y la de Nervión en la jornada 28 ante un rival directo como era el Sevilla. Así, al llegar a la jornada veintinueve y penúltima, el colchón de cinco puntos había adelgazado hasta quedarse en uno solo sobre el vicecolista Valladolid y dos sobre el farolillo rojo Jaén, de manera que era imprescindible la victoria o de lo contrario muy poco habría ya que hacer porque después sólo quedaba visitar el Camp Nou.

El rival no ayudaba mucho, nada menos que el Valencia, que aunque había estado toda la temporada luchando en el grupo de cabeza, a estas alturas ya sólo aspiraba al subcampeonato porque el título había quedado para el Madrid o el At. Madrid. Una derrota suponía con casi toda seguridad el descenso. Incluso hasta una victoria podía no valer según qué resultados se dieran en los partidos de rivales cercanos, El Granada y seis equipos más luchaban por no descender al llegar a las dos últimas jornadas de esta 57-58 y ninguna de las dos plazas de descenso estaba todavía adjudicada. Por eso, como en otras ocasiones comprometidas, la directiva de Luis Rivas acordó retirar a los futbolistas del mundanal ruido y llevárselos a Lanjarón cuatro días antes.

Las buenas aguas serranas dieron resultado. Según Fernández de Burgos para Ideal, el Valencia hizo un fútbol más ligado, técnico y vistoso, pero el Granada llegó siempre con más peligro y puso más brío, velocidad y ansias de gol, resultando justo vencedor merced al solitario gol conseguido al filo del descanso tras una perfecta jugada por la derecha del internacional chileno Ramírez, fichado hacía poco más de un mes pero jugando por primera vez ante su público, culminada con un soberbio remate de Rius (momento que recoge la foto). Antonio Rius Tárrega, valenciano de Alacuas -“patapalo” para algunos porque sólo utilizaba la izquierda-, el grandísimo y pundonoroso futbolista de los goles decisivos clavó el balón en la red che con un enorme trallazo de los que siempre se recuerdan. El gol produjo una explosión de júbilo entre la sufrida hinchada que pudo oírse a varios kilómetros.

La segunda parte fue larguísima y angustiosa. Abundaron las lipotimias en las soleadas gradas, y hasta un espectador hubo de ser atendido por la Cruz Roja al tragarse la colilla de un cigarro que fumaba, según la crónica de Fernández de Burgos. El Granada supo sujetar a Ricardo (Pichichi compartido esta temporada) y al no menos peligroso Walter, y sufriendo pero derrochando pundonor en todos sus hombres aguantó hasta el final. Con los dos puntos la permanencia estaba asegurada ya que, frente a otras situaciones similares de la historia granadinista, en esta ocasión cualquier posible combinación de resultados en la jornada que quedaba era favorable al Granada. Al día siguiente fue celebrado el logro rojiblanco como si de un ascenso se tratara y Scopelli firmó la renovación de su contrato por otra temporada más.

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