EL ONCE FANTASMA

Pedro Escartín bautizó al Granada CF (el Recreativo Granada) con el apodo de "Once Fantasma" cuando este club era un recién llegado a la competición pero ya andaba codeándose con equipos de solera y aspiraba a lo máximo.
En este libro se narran las vicisitudes por las que atravesó el Recreativo en sus cinco primeros años de existencia y también se recogen los sucedidos ciudadanos más impactantes de aquella época revuelta que fue la de la II República.
En la foto de cabecera se ve al Recreativo que se enfrentó al Gimnástico de Valencia en el campo madrileño de El Parral, 21 de febrero de 1934. De pie: Sosa, Tomé, Calderón, Luque, Itarte, Carrera, Victorio y Tabales; agachados: Gomar, Morales y Herranz.
Para adquirir un ejemplar firmado y dedicado por el autor (20 €), dirigirse a
jlramostorres@gmail.com


Historia del Granada CF



domingo, 8 de abril de 2012

SUEÑO EUROPEO


Granada 2 At. Bilbao 1

28 de septiembre de 1975

Estadio Los Cármenes, lleno, veintidós mil espectadores en tarde calurosa. Se hizo entrega a Izcoa de un trofeo a la regularidad en la temporada anterior, otorgado por la Peña Granadina de Sabadell. El At. Bilbao vistió de azul marino, Partido correspondiente a la jornada 4 del campeonato de Primera División 1975-76

Granada CF: Izcoa, Calera, Castellanos, García Blanco, Santi, Fernández, Megido, Oruezábal, Maciel (Sierra 57’), Milar y Lis (Lorenzo 70’)

At. Bilbao: Iríbar; Lasa, Astrain, Escalza; Goicoechea, Rojo II, Dani, Villar, Amorrortu, Irureta y Rojo I

Goles: 1-0, min. 8, Megido; 2-0, min. 88, Santi; 2-1, min. 89, Goicoechea

Árbitro: Soto Montesinos, del Colegio Castellano. Mala actuación con numerosos errores

Miguel Muñoz, el técnico español con más títulos, era el nuevo entrenador rojiblanco para la 75-76, la octava consecutiva del Granada CF en Primera. Se podía pensar que nuestro club ya no era un equipo destinado a pasar apuros para conseguir la permanencia, y menos aún cuando después de jugarse la primera jornada nos trajimos de Gijón, junto a un positivo del empate a cero, nada más y nada menos que a Megido.

Todo el mes de agosto habían estado sonando distintos nombres llamados a ocupar esa institución de cada verano conocida como “fichaje bomba”, pero casi todos tenían en común el estar ya de vuelta en esto del fútbol: Valdez, Velázquez, Morena, Becerra, Benegas. Megido no. A sus veinticuatro años había dado ya muchas exhibiciones de su gran clase futbolera y había debutado con la selección absoluta. Se lo habíamos birlado –se dijo- al Madrid o al Barcelona. Los quince millones y medio que costó parecían una buena inversión y no se le daba importancia a cierta fama que arrastraba de futbolista indolente y noctámbulo a la vez que problemático en el vestuario El caso es que su primer entrenamiento convocó en Los Cármenes a más de seis mil hinchas y a los pocos días el número de carnés vendidos superaba los 9.000.

Su debut en la segunda jornada, con victoria ante el Elche (3-2), en un Los Cármenes abarrotado, fue triunfal y dejó para el recuerdo un gol de maestro del nuevo 7 granadinista además de una magnífica asistencia a Milar en el tanto que abría la victoria rojiblanca. Tras empatar en la siguiente salida, a Salamanca, el Granada estaba imbatido y contaba con +2, y además tres de sus jugadores merecían que Kubala se acordara de ellos: Castellanos, Santi y el propio Megido. Parecía que esta vez no se escaparía el debut europeo rojiblanco.

Así, el encuentro frente al Bilbao en esta ocasión era de claro pronóstico local como acabó sucediendo. El partido resultó más bien malo y la victoria hubo que sudarla. Megido («Esencia pura futbolística», dice de él José de Vicente en Ideal) volvió a encandilar al granadinismo abriendo el marcador con un golazo de crack, aprovechando un gran pase en profundidad del internacional uruguayo Denis Milar para irse en velocidad y batir por bajo al “Chopo” Iríbar a poco del inicio. Pero el fulgurante arranque de Megido y del Granada duró menos de media hora, y el Athletic se hizo con el mando y a punto estuvo de aguar la fiesta de no ser por la grandísima tarde de Izcoa, cuya magistral actuación mereció la felicitación del mismo Iríbar. Muy al final llegaron casi seguidos los dos otros dos goles, obras de Santi a pase de Lorenzo, y del central Goicoechea, de disparo desde la frontal a rechace de Izcoa.

El partido, excepto por su final feliz, fue en realidad una premonición de lo que iba a ser la temporada del Granada de Miguel Muñoz y de Megido: un comienzo muy bueno pero que dura poco, seguido de un bajón que cada vez lleva al equipo más cerca del abismo. Aires europeos corrían por Granada a finales de septiembre de 1975. Ocho meses después la realidad sería muy distinta.

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