EL ONCE FANTASMA

Pedro Escartín bautizó al Granada CF (el Recreativo Granada) con el apodo de "Once Fantasma" cuando este club era un recién llegado a la competición pero ya andaba codeándose con equipos de solera y aspiraba a lo máximo.
En este libro se narran las vicisitudes por las que atravesó el Recreativo en sus cinco primeros años de existencia y también se recogen los sucedidos ciudadanos más impactantes de aquella época revuelta que fue la de la II República.
En la foto de cabecera se ve al Recreativo que se enfrentó al Gimnástico de Valencia en el campo madrileño de El Parral, 21 de febrero de 1934. De pie: Sosa, Tomé, Calderón, Luque, Itarte, Carrera, Victorio y Tabales; agachados: Gomar, Morales y Herranz.
Para adquirir un ejemplar firmado y dedicado por el autor (20 €), dirigirse a
jlramostorres@gmail.com


Historia del Granada CF



miércoles, 1 de agosto de 2012

EL FANTÁSTICO 27.000



Porta es un futbolista con mucha literatura. Es nuestro pichichi y fue en su día el jugador con más alta cotización de todos los que habían pasado por nuestro equipo, que ya son suficientes temas de conversación, aunque a servidor lo que más le gusta es recordar algunos de sus goles. Porque de sus botas salieron goles de todos los colores y sabores, goles para el nene y la nena, goles de contexto, de oportunidad, de circunstancias, pero sobre todo goles utopía, goles quimera… goles de fantasía.

El segundo de los que consiguió la tarde del domingo 19 de diciembre de 1971 ante el Coruña en Los Cármenes además fue de sombreros. El propio Porta había marcado el 1-0 cuando faltaba poco para el descanso, aprovechando un medido pase de Aguirre Suárez para rematar duro entre dos defensas y llevar el balón a la red. Al cuarto de hora de la segunda parte vino el 2-0: artista como nadie para escurrirse y situarse, recibió un balón por la izquierda y en menos de dos metros cuadrados y a base de precisos regates secos y amagos se deshizo de dos defensas y del guardameta gallegos para marcar por el único claro que le habían dejado. Golazo puro Porta, el octavo de los veinte que le valdrían el Pichichi, saludado con euforia por la parroquia que ya lo adoraba y coreaba su nombre con aquel cántico que alargaba las vocales. Uno, futbolista frustrado (como -creo yo- la mayoría de los que aporreamos teclados intentando discernir sobre balompié), siempre se pregunta con envidia qué pensamientos recorrerán sus mentes y qué sensaciones experimentarán los que han sido bendecidos de los dioses como para ser protagonistas en esas mágicas fracciones de segundo previas al gol.

Porta, ya lo he dicho, hacía goles para todos los paladares, pero es que además de ser un gol fantástico, este 2-0 es también un gol redondo. Y es redondo porque suponía el número 27.000 de los marcados en Primera división desde que la liga echó a andar allá por 1929.

El 2-0 parecía sentenciar la victoria rojiblanca, pero los coruñeses acortaron distancias con un gol ilegal concedido por el árbitro Carreño. Y cuando casi se cumplía el tiempo fueron a empatar en una jugada de fortuna. El Granada, mermado por las ausencias de Fernández y Vicente, víctimas de la “batalla del Bernabéu” de una semana antes, no pudo aguantar el resultado y el Coruña se llevó el tercero de los únicos cuatro puntos que aquel año dejamos escapar de Los Cármenes.

El partido dio para otra anécdota digna de evocar, y es que antes del empate gallego Porta era llamado a la banda para ser sustituido por Garre. En ese momento estalló una gran protesta entre la hinchada, con alusiones a la parte del sombrero del míster, que nos castigaba privándonos de nuestro ídolo. El propio Porta, que además de buen futbolista era buena persona, echó un cable a Joseíto retirándose con gestos hacia la grada que venían a significar que él mismo había pedido el cambio por estar lesionado.

Porta, el de los goles de fábula, rellena gran parte de la mejor historia rojiblanca. Además parecería que el buen futbolista que fue Enrique Porta estuviera al tanto de estas menudencias estadísticas y saliera dispuesto a conseguir un gol digno, por lo estético, de la señalada ocasión que supone una cifra redonda como es la que acaba en tres ceros. Y para el que lo dude sólo hay que trasladarse a la temporada siguiente y al partido frente al mismo rival, cuando marcó otro gol redondo, el número 500 del Granada en Primera, que fue otro golazo muy del estilo Porta y a la vez muy distinto, pero también digno de figurar en las antologías de goles bonitos.

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