EL ONCE FANTASMA

Pedro Escartín bautizó al Granada CF (el Recreativo Granada) con el apodo de "Once Fantasma" cuando este club era un recién llegado a la competición pero ya andaba codeándose con equipos de solera y aspiraba a lo máximo.
En este libro se narran las vicisitudes por las que atravesó el Recreativo en sus cinco primeros años de existencia y también se recogen los sucedidos ciudadanos más impactantes de aquella época revuelta que fue la de la II República.
En la foto de cabecera se ve al Recreativo que se enfrentó al Gimnástico de Valencia en el campo madrileño de El Parral, 21 de febrero de 1934. De pie: Sosa, Tomé, Calderón, Luque, Itarte, Carrera, Victorio y Tabales; agachados: Gomar, Morales y Herranz.
Para adquirir un ejemplar firmado y dedicado por el autor (20 €), dirigirse a
jlramostorres@gmail.com


Historia del Granada CF



miércoles, 1 de agosto de 2012

EXCURSIÓN A LA MANCHA



En plena canícula de 1953, mientras R. Madrid y Barcelona se peleaban por Di’Stéfano, en Granada estallaba otro affaire futbolero de bastante menor alcance pero del que tampoco podemos decir con propiedad que fue de andar por casa puesto que lo que lo provocó tuvo como escenario la llanura manchega. Realmente la cosa y sus consecuencias no pasaron de la categoría de mera anécdota, pero han quedado para la historia del club como algo insólito, ni antes ni después ocurrido.

A principios de agosto el Granada había empezado la preparación de cara a la nueva temporada con una plantilla prácticamente idéntica a la de la anterior en lo que respecta al equipo titular, formado por un gran número de futbolistas salidos del vivero recreativista. En el banquillo repetía Manolo Ibáñez. Tras terminar la sesión de entrenamiento del viernes siete y concedérseles descanso hasta el lunes, siete jugadores de la plantilla del primer equipo, en unión de otros cinco que no pertenecían al Granada CF, sin conocimiento ni autorización de directiva ni entrenador, organizaron por su cuenta un bolo manchego que los días 8 y 9 de agosto los iba a llevar a los pueblos de Manzanares y Bolaños de Calatrava, de la provincia de Ciudad Real.

González, Requena, Cuerva, Padilla, Sueza, Vicente y Guerrero, todos de la primera plantilla y titulares la temporada recién terminada, junto a otros granadinos que no pertenecían al club: Manolo Almagro (por entonces en el Hércules), Kiki (portero del At. Bastetano), Santi, Toto (ambos habían alternado primer equipo y filial, pero habían quedado en libertad) y un tal Esturla, se acomodaron en sendos taxis de aquellos de siete o más asientos, anteriores a los primeros Seat, y se encaminaron hacia más allá de Despeñaperros. En sólo ocho horas de viaje aterrizaron en Manzanares.

En el pueblo manchego jugaron el sábado 8 de agosto con el nombre de Granada CF contra el equipo local y sucumbieron 5-2. Al día siguiente repitieron partido en Bolaños, donde volvieron a ser derrotados (4-1). Los doce expedicionarios salieron a razón de veinte duros por barba y partido.

El gran lateral que fue Vicente Díaz Molina, excelente defensa que era capaz de aburrir al mismísimo Gento (ahora no puede ir al fútbol tanto como le gustaría a ver a su Granada, que los años no perdonan; desde aquí le deseamos una mejora), fue uno de los protagonistas de esta historia, pero no recuerda casi nada de la aventurilla después de los casi sesenta años transcurridos. No obstante, me ha contado algo que sí se le quedó grabado en la memoria: Toto saltando la valla que separaba el terreno de la grada y comprando un helado a un ambulante para después merendárselo, pero sin dejar de jugar el partido.

La imagen de Toto con su cucurucho y a lengüetazos corriendo tras el balón (bueno, correr, correr, es un decir, porque no parece que fuera ése el fuerte de Toto) sería digna de verse. A la vez también nos ilustra sobre lo que debió ser aquella pachanga manchega. Antonio Ortiz Román (en la foto), Toto para el fútbol, era un fino futbolista de la cantera al que Entrala llama “el Curro Romero” del fútbol granadino, por su gran clase con el balón y por su indolencia y sus espantás. Además también era un humorista que animó bastante aquella expedición que tuvo más de francachela de fin de semana que de gira deportiva. Sus “totadas”, como lo del helado, dan una idea del carácter de este genial futbolista-torero que por su mala cabeza no llegó a triunfar y sólo se alineó en tres partidos oficiales en dos temporadas.

En Granada se enteraron de la parranda por la radio. Al presidente-alcalde Juan Ossorio y su junta directiva no les hizo ninguna gracia ese tomar el buen nombre del club en vano y los excursionistas fueron recibidos de uñas en el entrenamiento del lunes, al que llegaron casi con el tiempo justo todos menos Guerrero, con amigdalitis. Los siete fueron sancionados con el equivalente a media mensualidad de sus salarios (setecientas cincuenta pesetas) e incluso se iniciaron trámites para exigir responsabilidades a los clubs manchegos, pero todo quedó en el enfado y la cosa no fue a mayores, y todos los futbolistas (a excepción de Cuerva) volvieron a ser titulares en la temporada a punto de empezar, que fue buena en términos generales y hasta el final conservó el equipo posibilidades de ascenso a Primera.

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