EL ONCE FANTASMA

Pedro Escartín bautizó al Granada CF (el Recreativo Granada) con el apodo de "Once Fantasma" cuando este club era un recién llegado a la competición pero ya andaba codeándose con equipos de solera y aspiraba a lo máximo.
En este libro se narran las vicisitudes por las que atravesó el Recreativo en sus cinco primeros años de existencia y también se recogen los sucedidos ciudadanos más impactantes de aquella época revuelta que fue la de la II República.
En la foto de cabecera se ve al Recreativo que se enfrentó al Gimnástico de Valencia en el campo madrileño de El Parral, 21 de febrero de 1934. De pie: Sosa, Tomé, Calderón, Luque, Itarte, Carrera, Victorio y Tabales; agachados: Gomar, Morales y Herranz.
Para adquirir un ejemplar firmado y dedicado por el autor (20 €), dirigirse a
jlramostorres@gmail.com


Historia del Granada CF



viernes, 22 de septiembre de 2017

URÍA, EL HOMBRE ADOQUÍN

El Granada 1942-43 en cromos


“Amistoso” en La Rosaleda
 El domingo anterior al comienzo de la liga 42-43 juega el Granada un “amistoso” en La Rosaleda, devolución de la visita del Málaga a Los Cármenes de una semana antes. Desde hacía un año el eterno rival ya no se llamaba Malacitano sino CD Málaga, estrenando denominación a la vez que un campo nuevo, La Rosaleda, que vino a sustituir al muy vetusto de los Baños del Carmen, escenario de aquellos legendarios y fragorosos Malacitano-Recreativo de los años de la República, pero el acto oficial de la inauguración del estadio había tenido lugar apenas dos semanas antes de la disputa de este poco amistoso match, que tanto se pareció a los de antaño en lo belicoso de su desarrollo. También andaban por entonces los boquerones celebrando otro estreno, el de sus colores blanquiazules, recién adoptados como oficiales.  Desde entonces La Rosaleda es el principal recinto deportivo de la Costa del Sol, término turístico que por aquellos años era desconocido. Por cierto, el nombre de Costa del Sol fue pensado en principio por aquel a quien se le ocurrió, un almeriense, para aplicarlo sólo al litoral de Almería, y es un topónimo que hasta los años 70 designaba a toda la costa mediterránea andaluza.
Los rojiblancos salieron derrotados 4-1 en un partido muy bronco en el que Bonet resultó expulsado y hasta cuatro granadinistas terminaron magullados, a destacar la lesión del portero Pérez antes del descanso, que obligó a González a ocupar la meta ante la ausencia de suplente, y así llegaron tres de los cuatro goles malagueños. Lo de menos era el resultado, no así las consecuencias que para el equipo trajeron las lesiones, propiciadas, según la prensa granadina, por la excesiva dureza de los locales. Gárate, Leal, Nicola y Pérez quedaron inutilizados de cara al primer partido de liga, justo el siguiente domingo, a los que se unía el fichaje estrella, Mas, también lesionado pero desde el amistoso contra el Málaga que se jugó en Granada. 

Maolico Hincha sobre el amistoso de Málaga

La amnesia de Uría
El domingo 27 de septiembre echa a andar la liga 42-43 con el Coruña como primer rival y en Los Cármenes, donde para poder acceder a las gradas será necesario exhibir el correspondiente emblema de Auxilio Social puesto que este domingo ha sido declarado como de cuestación pública. Como el año pasado, se intentó aplazar el partido para que no coincidiera con la procesión de la Virgen de las Angustias, pero, igual que entonces, la liga empezó para el Granada el domingo último de septiembre, así que se fijó para las tres de la tarde el comienzo del encuentro, una hora a la que en Granada suele hacer un calor importante en estas calendas. Con una alineación improvisada ante las varias bajas por las lesiones de Málaga, el Granada ofreció un partido bastante malo y cayó derrotado 1-2.
                Pero no fue el gran calor que se sufrió ni la derrota lo más destacable de aquel partido, sino la insólita conducta del jugador granadinista Uría, que se desentendió del juego desde los primeros compases y se dedicó a deambular por el terreno sin rumbo, golpeando el balón cuando le llegaba a la buena de Dios y para donde saliera, según cuentan las crónicas.
Fernández de Burgos en Ideal dice: «Muy difícil será a Uría rehabilitarse ante la afición granadina. No tuvo el pudor de fingir una lesión para retirarse sino que permaneció hasta casi el final del partido en el terreno con el aparente propósito de demostrar al público que no jugaba porque no quería».

El hombre adoquín

                La parroquia granadinista que llenaba el estadio, del estupor ante la rarísima conducta de Uría pasó a la furia, por lo que el míster Bru optó por situar al “hombre adoquín” (Saucedo en Patria) en el extremo, donde al menos no estorbara a sus compañeros, y por último tuvo que retirarlo ya bien avanzada la segunda parte y terminar el partido jugando con sólo diez para evitar un más que probable linchamiento (el delantero no quería salir, tuvo Paco Bru que sacarlo a empujones como quien dice). Que sepamos, nunca, ni en Granada ni en ningún otro sitio, ha ocurrido algo similar a este show de Uría.
                La cosa, como es fácil de imaginar trajo bastante cola. La primera consecuencia fue la sanción impuesta por la directiva al jugador de media mensualidad, y al mismo tiempo se puso el asunto en conocimiento de la Federación Sur por si hubiera lugar a otro tipo de acciones. Por otra parte se encargó al doctor Tamayo, médico del club, el examen a fondo del jugador ya que éste alegó que había sufrido un ataque de amnesia y que no creía estar en un campo de fútbol, terminando de sacarlo de sus casillas los gritos de ira del público.
                A los pocos días Patria publicó un extracto de una carta remitida a un amigo murciano por el propio Uría en la que decía que estaba decidido a abandonar el fútbol y que aún no podía comprender lo que le pasó, «Parecía como si el terreno hubiera estado enfangado y los pies se me clavaran. No podía materialmente moverme. Ni siquiera oía los gritos del público.»
Varias semanas después otra vez Patria recogía un reportaje publicado en el diario Sevilla en el que el doctor Tamayo decía que Uría no sufrió ningún ataque de amnesia ni cualquier otro trastorno físico o síquico, sino que «…quien debe responderle y aclararle este peliagudo asunto es algún señor de la directiva». En el mismo reportaje, el periodista sevillano habla a continuación con Paco Cristiá, secretario técnico, quien dice que lo de Uría no era sino un caso de rebeldía en pleno juego; según Cristiá, Uría había fichado por deseo de un directivo influyente y en contra de la opinión de los demás, y era tanta la influencia de ese directivo que en los mismos vestuarios antes del Granada-Coruña el designado por Paco Bru para actuar de delantero centro hubo de cederle el camisolín a Uría. Continúa Cristiá diciendo que el jugador, muy nervioso, no consiguió al principio dar una en el clavo, y que las grandes protestas de la hinchada fueron las que le hicieron comportarse como lo hizo. Se cerraba el reportaje con el intento de entrevista al propio Uría, pero sin conseguir que éste diera su versión.

Maolico ve así el show de Uría

                El reportaje de Patria no sentó nada bien a la directiva. Por el acta de la reunión de la junta, celebrada en el Parador de San Francisco el 26 de octubre de 1942, sabemos que el club preparaba un comunicado oficial desmintiendo todo lo publicado por el diario Sevilla. En esa reunión Paco Cristiá dijo que él nunca había hablado con el periodista sevillano y el doctor Tamayo afirmó que tampoco conocía a ese señor. Lo cierto es que si ese comunicado oficial del club llegó a hacerse público, del mismo no tenemos noticia, y la cosa se dejó estar sin que llegara el granadinismo a conocer las verdaderas causas de la extravagancia futbolera que presenció en la primera jornada de la liga 42-43.
El goleador vasco Severiano Uría había sido largamente pretendido por nuestro club desde los años de la República, cuando cada vez que venía a Los Cármenes enrolado en el Murcia dejaba impresionada a la parroquia con sus chupinazos y marcando goles de dos en dos o de tres en tres. Ya estaba en la treintena y no era el de entonces, y seguramente de no ser por las bajas que causó el partido de Málaga no habría jugado aquella tarde, pero con su inaudita actuación entró por derecho propio a encabezar para siempre el amplio ranking de fichajes granadinistas que salen por completo ranas. Ya sólo jugó Uría otro partido oficial vestido de rojiblanco, fue casi dos meses después de su show de Los Cármenes, en Oviedo, donde perdimos 4-2 y donde no repitió el numerito y estuvo voluntarioso según las crónicas. Pero no fue dado de baja y en Granada permaneció hasta el cumplimiento de su contrato, que expiraba en junio de 1943, y la directiva no quiso cederlo en unión de Gárate al Huelva, que en enero solicitó a ambos como refuerzo para disputar fase de ascenso a segunda. Los aficionados granadinistas pudieron verlo actuar en varios amistosos que se celebraron (en algunos jugó de defensa) y en ellos no volvió a dar que hablar, y al cumplir su contrato al finalizar esta temporada dejó de pertenecer al club. 

El Granada que derrotó 3-1 al Celta. De pie Pérez, Marín, Millán, Mas, Nicola y Leal; agachados: Sierra, Conde, Trompi, González y Maside

Buen comienzo liguero
A pesar de que el primer partido acabó en derrota, no fue malo el inicio de liga del Granada. En la segunda jornada los rojiblancos se trajeron una victoria 2-3 de Torrero, campo del Zaragoza, un recién ascendido. Para Zaragoza ya se pudo contar con el portero Pérez y el delantero Nicola pero todavía no pudo jugar Mas y el míster Bru no quiso repetir en el extremo izquierdo con Muñoz, que había jugado frente al Coruña, y su sorprendente sustituto fue el “rebelde” Alejandro, quien con su boinilla marcó el gol que deshacía el empate a dos, el de la victoria, a poco del final. La tercera jornada fue un nuevo triunfo, y éste por goleada, 6-2 en Los Cármenes a otro recién ascendido, el Betis. Mas debutó y fue uno de los destacados y autor de uno de los goles. Las dos victorias consecutivas colocaron al Granada quinto clasificado.
                Ya en la cuarta jornada, en Castellón, se rozó el empate en una gran segunda parte, pero caímos derrotados 3-2, aunque dando muy buena imagen, según las crónicas que de allí llegaron. A destacar la gran actuación del pequeño gran Trompi en La Plana, ovacionado por el público castellonense.
                Continuaron las buenas actuaciones rojiblancas con una nueva victoria en la quinta jornada, 3-1 sobre el Celta. En la víspera, todos los integrantes de la expedición gallega, acompañados por algunos directivos y por Millán y varios granadinistas más, giraron visita a la tumba de Alberty, muy querido también en Vigo, y dejaron una corona funeraria. La gran actuación de Paco Mas, autor de dos goles, fue lo más destacable del partido frente al Celta. Y también es reseñable que, una vez más, el fiero defensa vasco celtista, Deva (el que junto a Euskalduna formaba una trinchera salvaje, que decía Martinenc en los tiempos heroicos del Once Fantasma), mereció las censuras de los plumillas locales por su contundencia. El partido, muy emocionante y de buen juego, lo ganaban los gallegos hasta bien entrada la segunda parte, pero el Granada a base de entusiasmo se quedó con los dos puntos. 

Así se las gastaba el defensa céltico Deva

Victoriano Santos
También en la víspera del Granada-Celta llega la noticia de que Victoriano Santos, el míster del ascenso a Primera, se encuentra gravemente enfermo y sin medios económicos.
Victoriano de Santos Troya fue un magnífico medio que jugó en el Barcelona, el  At. Madrid y el Valencia de antes de la guerra. A los plumillas antiguos les gustaba mucho eso de poner algún nombre rimbombante a las líneas de jugadores que destacaban en algún sentido, y así el paso de Victoriano Santos por el At. Madrid aún hoy es recordado por haber formado en una  media con denominación propia, la de “los tres mosqueteros”, junto a Ordóñez y Arteaga. Hay en la historia colchonera otra media que también es recordada con ese mismo nombre de los tres mosqueteros, quizás más famosa esta segunda, pero es ya de los 40, del Atlético Aviación, y la integraban Gabilondo, Germán y Machín. Después de la guerra y ya muy veterano jugó Santos en el Recreativo de la 39-40 para en la siguiente temporada, la 40-41, retirarse del fútbol activo y ocupar el banquillo recreativista (ya granadinista) con notable éxito porque condujo a nuestro equipo a máxima categoría por primera vez en su historia. Después del ascenso no le faltaron buenas ofertas y así se convirtió en míster del Sevilla, pero no pudo terminar la temporada 41-42 al manifestársele la enfermedad. Una enfermedad que lo había postrado en cama los últimos seis meses y que además lo había dejado al borde de la indigencia.
La directiva donó 1.000 ptas. para ayudar a Santos y los jugadores cedieron la prima ganada por la victoria sobre el Celta (100 por cabeza), para Santos una mitad y la otra para Muñoz, baja en la plantilla. José María Muñoz Cansinos, cordobés de Posadas, había fichado la temporada anterior en la que sólo llegó a alinearse en tres encuentros, y en la presente había disputado la primera jornada, mereciendo muy malas críticas (según Saucedo en Patria, Muñoz fue una nulidad). Acababa de causar baja al concedérsele la libertad a petición propia y marcharse a entrenar al Electromecánica de Córdoba.
                A finales de febrero de 1943, a los 36 años y víctima de un cáncer de estómago, murió Victoriano Santos. Los jugadores del Granada jugaron su partido frente al Oviedo en Los Cármenes luciendo lazos de luto en su memoria.   

    
Vapuleados en Vallecas
Después de ganar al Celta, el Granada era quinto y el optimismo crecía entre la hinchada porque, excepto el primer partido, cuando lo de Uría ante el Coruña, en que casi hubo que improvisar un once por las numerosas lesiones, lo demás que se había visto había dejado muy buen sabor de boca. Además el siguiente partido era en casa del colista, el otrora todopoderoso At. Aviación, que de luchar las tres temporadas anteriores por la liga (de las que ganó dos), en las cinco jornadas ya disputadas de la 42-43 había obtenido otras tantas derrotas y andaba descolgado en el fondo de la tabla y con cero puntos.     
Paco Bru, quizás por única vez en toda la temporada, tenía muy claro el once que debía comparecer en Vallecas, donde actuaba como local el cuadro colchonero mientras terminaba de reconstruirse el Metropolitano. Jugarían los mismos que derrotaron al Celta y que a punto estuvieron una semana antes de traerse algo positivo de Castellón: Pérez; Millán, González; Maside, Conde, Sierra; Marín, Trompi, Nicola, Leal y Mas. Pero lo que ocurrió fue que esos mismos once no carburaron en absoluto y el Granada salió vapuleado de su visita a Madrid, 7-1 (el At. Aviación hizo en este partido más goles que en los cinco anteriores).
Las crónicas hablan de una pésima actuación granadinista, en especial del portero Pérez, que se tragó varios goles, pero también de González y Maside. Los tres perdieron la titularidad de cara a siguientes compromisos.

Recorte de Marca en el que aparecen los vapuleados en Vallecas

Racha negativa
La derrota en Madrid supuso la primera de una racha muy negativa. De los siguientes doce puntos en juego, seis jornadas, sólo conseguirá el Granada uno, y de la quinta posición en la tabla pasará al 12º, tercero por la cola y en puesto de promoción. Y ya desde la jornada nueve hasta el final de la liga ésa será la posición que ininterrumpidamente ocupará el Granada, sólo por encima de Zaragoza y Betis, que descenderán de forma automática.
                La séptima jornada, la única de las seis de la mala racha en la que no se perdió, arrojó un empate a dos frente al Español en Los Cármenes. Fue un gran partido sólo empañado por la pésima actuación del árbitro Laso, quien, según Fernández de Burgos en Ideal, ignoró dos claros penaltis en el área catalana y permitió todo tipo de brusquedades a los españolistas, que lesionaron a cuatro de los nuestros, Leal, Nicola, Marín y Conde (este último tuvo que abandonar el terreno). El árbitro Laso fue agredido por el hincha Francisco Calvente Olmo, el cual fue sancionado por el gobernador civil a no asistir más a Los Cármenes en todo lo que quedaba de temporada, permaneciendo detenido cada vez que hubiera partido, según informa Ideal.
                Las siguientes cuatro jornadas fueron derrotas: 4-2 en Oviedo, 1-3 frente al Bilbao en casa, 3-2 en Nervión e idéntico resultado en Mestalla.

Chiste de Miranda en Ideal tras el palizón frente al At. Aviación

La anécdota surgió cuando para recibir a los bilbaínos en Los Cármenes se dijo que la segunda equipación, camiseta blanca, traía mala suerte. Y es que el presidente Ricardo Martín Campos era muy supersticioso según quienes lo conocieron y nada quería saber de merengues. Hay que señalar que muy curiosamente ése -“Merengue”- era el mote con el que su señor padre, Ricardo Martín Flores, era conocido en toda Granada, por ser propietario de la confitería Los Alpes, en la calle Reyes Católicos esquina a Príncipe, y es de suponer que el alias lo heredaría el hijo. Pero a Martín Campos parece que no le gustaba nada el merengue, al menos el de las indumentarias deportivas, y decía que siempre que el Granada vestía de blanco el resultado era la derrota, así que ese partido lo jugó el Granada con las camisetas rojas prestadas por un equipo pujante por entonces en el fútbol modesto local, el Unión Calasancia, pero se ve que tampoco así se pudo alejar el gafe y una derrota 1-3 fue el resultado. También se puede considerar anecdótico el puesto que ocupó Marín en este partido, en el que actuó de delantero centro, posición en la que fueron constantes las probaturas en estos primeros compases de la temporada hasta que finalmente Nicola se consolide en la punta de ataque.    
En la visita al Sevilla volvió a repetirse algo de lo ocurrido la última vez que los dos mismos rivales se vieron las caras, la temporada anterior en Los Cármenes, cuando Campanal tuvo numerosos y violentos choques con el portero granadinista Alberty, en su último partido en Granada (algunos sacaron la conclusión de que aquellos aparatosos choques del stuka con el húngaro fueron la verdadera causa de la muerte de Alberty); en esta ocasión el portero rojiblanco era Martí, titular desde el 7-1 del At. Aviación y, según Patria, los encontronazos contra el ariete sevillano le causaron una lesión interna en un ojo que le impidió la plena visión; a pesar de todo, Martí fue el mejor de un Granada al que poco le faltó para puntuar.

El “stuka” Campanal en un picado sobre Martí

Más fichajes
Jugadas ya las diez primeras jornadas está el Granada en puesto de promoción (que ya no abandonará hasta terminar la liga) y se siguen buscando refuerzos. Vienen a prueba varios futbolistas  con la carta de libertad, pero el único que ficha es el valenciano Aparicio, extremo izquierdo e interior cumplidor que permanecerá en el Granada ésta y las siguientes tres temporadas, aunque nunca acabará de ser plenamente titular. Probó también el medio gallego Neira, que no convenció en esta ocasión pero que meses después acabará fichando por nuestro equipo para la recta final de esta liga.
                También fichó ya a finales de diciembre Gaspar Rubio tras ofrecerse a la directiva (ya lo hizo la temporada anterior, pero entonces teníamos a César) y estar algunas jornadas a prueba. Es un re-fichaje. Recordemos que tres temporadas atrás el mago fue pieza clave en el todavía Recreativo de la 39-40 que con Valderrama en el banquillo sólo perdió un partido (de 14) y estuvo hasta el último minuto con aspiraciones de meterse en liguilla de ascenso a primera en estrecha lucha con el Cádiz, que fue el que acabó campeón. Después de su gran temporada se fue al Murcia, debutante en Primera División, y en esos momentos se encontraba sin equipo a sus casi 36 años.

El último fichaje, Aparicio, flanqueado por Nicola y Sosa

Victoria ante el Madrid
 Aparicio debutó con buen pie, en la jornada 12 frente al Madrid en Los Cármenes, partido que acabó en victoria granadinista 1-0, gol de Marín, del que la prensa madrileña no paraba de lamentarse de haberlo dejado escapar por ser ya muy veterano cuando precisamente ahora estaba en el que quizás fuera el mejor momento de su carrera, comenta algún plumilla del Foro.
Así terminaba la pésima racha de seis partidos de resultados negativos. Los dos puntos no sirvieron para subir algún puesto en la clasificación pero sí para acercarse a sólo uno del equipo merengue que, a pesar de contar con varios internacionales, aquella temporada estuvo toda la liga luchando por no descender y acabó en el puesto 10º de la clasificación, a un punto de la promoción. En la historia del R. Madrid, sólo la temporada 47-48 en la que acabó 11º fue más negativa que esta 42-43, la segunda peor de su gran palmarés.    

El “viejo” Luis Marín, en el mejor momento de su carrera    
                  
Mariano y el Fascio
La victoria ante el Madrid se produjo en un momento oportuno, justo antes del parón navideño previsto para que el equipo que la prensa presentaba como Aviación Española se enfrentara en un amistoso con su homónimo de uno de los pocos amigos que a España le quedaban por entonces, la Italia de Mussolini. La preparación de este partido fue tratada como un auténtico choque de selecciones nacionales, pero por nuestro país el equipo que jugó fue el titular del Atlético Aviación, de Madrid (antes y después de estos años de nacionalsindicalismo Atlético de Madrid), por entonces en la mitad de la tabla. Se jugó en Vallecas el 20 de diciembre de 1942 y vencieron los locales 6-2 con arbitraje de Escartín. Presidiendo el acto estuvieron los generales Galarza y Millán Astray, y el embajador italiano, y en los prolegómenos fueron interpretados los respectivos himnos nacionales y los del Fascio y Falange.
                En aquel At. Aviación jugaba de delantero centro Mariano Uceda Valdevira, Mariano de nombre deportivo, de veinte años y natural de Beas de Segura, Jaén, que en la temporada anterior en un amistoso en Los Cármenes frente al Olímpica Jienense, su equipo en esos momentos, causó muy buena impresión y fue ofrecido al Granada, que no quiso ficharlo. Bien que hubo de lamentarlo, y más en esta temporada de tantas probaturas en la punta de ataque. Fue el máximo goleador del equipo aviador esta temporada, con 18 tantos, y después de dos temporadas como colchonero completó una carrera de primera división jugando en el Sevilla, el Racing de Santander y el Osasuna, aunque ya no volvió a marcar tantos goles.

 Muere el último cofrade del Avellano
 José Ruiz de Almodóvar, el último representante que quedaba con vida de la mítica Cofradía del Avellano, murió en Granada el 17 de diciembre de 1942.
                Ruiz de Almodóvar era un excelente pintor especializado en el retrato al pastel del que se conservan muy numerosos y variados trabajos, a destacar la galería de rectores que puede verse en el Rectorado de nuestra Universidad. También fue autor del más famoso retrato de Ganivet. De su arte dijo Marino Antequera que sus cualidades principales eran su maravillosa desenvoltura en la manera de tratar la forma y su vigor en el colorido.

Ángel Ganivet retratado por José Ruiz de Almodóvar

En aquella atípica cofradía de intelectuales granadinos agüistas que fundara Ganivet a finales del siglo XIX, José Ruiz de Almodóvar respondía al alias de “El Ciprés” y, como pintor y cofrade que era, fue uno de los ilustradores del Libro de Granada, obra colectiva en la que también participaron otros miembros de la cofradía: su hermano Gabriel Ruiz de Almodóvar (alias Perico el Moro), Matías Méndez Vellido (alias Feliciano Miranda) o Nicolás María López (Antón del Sauce), además del líder y alma indiscutible de aquellas veladas, Ángel Ganivet (Pío Cid). Nicolás María López escribió años después sobre la famosa Cofradía del Avellano, a la que definió como un grupo de amigos que se reunían en tertulia en torno a la fuente del mismo nombre y conversaban sobre los más variados temas, unos muy serios y otros no tanto, y en la que exponía cada uno sus últimas creaciones artísticas, literarias o poéticas. A ese grupo de amigos pertenecían, además de los ya citados, otros señalados intelectuales granadinos: Antonio J. Afán de Rivera, Melchor Almagro, Paco Seco de Lucena, Rafael Gago y más. Desde el café Colón, en la esquina de Puerta Real con Mesones (donde después estuvo la librería Costales) se dirigían calle Reyes y Carrera del Darro arriba hasta el paseo de los Tristes, donde era obligatorio un descanso antes de cruzar el puente del Aljibillo y enfilar el camino del Avellano. La muerte de Ganivet en 1898 significó también la defunción de la tertulia, y así quedó inconcluso e inédito el segundo Libro de Granada, que ya se preparaba.
En torno a la fuente del Avellano tenían por costumbre reunirse estos modernistas cofrades granadinos, y entre cháchara y cháchara sobre lo divino y lo humano, cuentan que se refrescaban bebiendo a morro de la famosa fuente, que por entonces todavía no se había secado, al contrario, mantenía un buen caudal que abastecía a la numerosa flotilla de aguadores con burro que tanto pulularon por Granada hasta no hace demasiados años. Aficionados al hada verde o absenta, como tantos intelectuales y artistas contemporáneos suyos, no parece que lo fueran, que la bohemia no era lo suyo. Pero seguramente tampoco se conformarían con la sobriedad del líquido elemento como único ídem que trasegar. Francisco Izquierdo en su libro Granada Fingida dice que, según testimonios de la época, en aquellas tenidas avellanísticas cada contertulio consumía un litro de vino de la Costa y un jarro de orujo de Diezma, y que nada de tertulia agüista («cisma fontanero apadrinado por Ganivet», dice Izquierdo con su característico humor), sino que allí se agarraban, jóvenes y viejos, sus buenas jumeras para regresar a la ciudad a las tantas dando tumbos por aquellos parajes.
Dipsómanos o abstemios  -no entraremos en la cuestión-, lo que sí queremos resaltar es la abundancia en esta Granada nuestra de excepcionales tertulias que han pasado a la historia como viveros de artistas y literatos de primer orden. Como ésta del Avellano, y como antes lo fue aquella de La Cuerda (con Pedro Antonio de Alarcón y Manuel Fernández y González como cabezas visibles) y después lo sería la del Rinconcillo de Federico García Lorca.

El Libro de Granada, obra colectiva de la Cofradía del Avellano       
                
El Gordo
La Navidad de 1942 en Granada fue de las de recordar por siempre para ochocientas familias granadinas a las que la suerte vino a remediarles un invierno especialmente frío y hambriento como fue el de 42-43. El Gordo de la lotería cayó en el número 9.029, vendido íntegro en nuestra tierra, en la administración 5, de Puerta Real. Las dos series de los billetes (15 kilos cada uno) dejaron la fabulosa cantidad de 30 millones de pesetas, muy repartidos en participaciones máximas de 15 pesetas. Hacía 73 años (desde 1869) que no caía el gordo en Granada, donde se celebró por todo lo alto y hasta la banda municipal recorrió el centro interpretando pasacalles. Era la tercera vez en la historia que la suerte navideña caía en Granada: 1855, y 1869 son los precedentes, y después ha vuelto a caer el Gordo en Granada en 1961, 1986, 1997, 2002 y 2012, aunque no íntegro en todas esas ocasiones.



                Los más beneficiados fueron los socios y empleados del Centro Artístico y la propia asociación cultural granadina, que de esa forma este año pudo organizar una cabalgata de Reyes más lucida y surtida de lo habitual. Los dos billetes fueron adquiridos por su tesorero, Fernando Peramos Paniza, el cual refirió a Patria la anécdota de que acudió a la administración de lotería buscando dos números que sumaran 21 y no se dio cuenta hasta días después de que uno de ellos, el 9.029, el del Gordo, lo que suma es 20, pero ya no quiso devolverlo. La misma anécdota (un error involuntario es el que en definitiva trae la suerte) pero contada de otra manera se puede leer en Ideal; según el diario católico, lo que Peramos buscaba eran números que sumaran 20, no 21.
                Quien más ganó fue el secretario del Centro Artístico, Ruperto Martínez Riobóo, con la mareante cifra para la época de 1.600.000 ptas, de dos vigésimos y alguna participación que llevaba, un fortunón teniendo en cuenta que el sueldo medio de un trabajador estaba por entonces en torno a las 3.000 ptas anuales. Varias personas con alguna vinculación con la historia del Granada también sacaron tajada: el ex presidente recreativista Gabriel Morcillo ganó 112.500 de las 15 que jugaba, y el presidente Ricardo Martín Campos obtuvo 35.000 pesetazas de las 4 que invirtió en una participación; los hermanos Romero de la Cruz (Indalecio e Inocencio), ex directivos, se embolsaron 225.000 ptas por barba; el fotógrafo de Ideal Manuel Torres Molina se llevó 75.000, lo mismo que Antonio Prieto, de la librería Prieto en calle Mesones, padre y abuelo de ilustres periodistas deportivos locales. Y como quien parte y reparte también se lleva alguna parte, que dice el dicho, 37.500 del ala se embolsó el encargado de distribuir las papeletas entre los socios del Centro Artístico Literario y Científico, Plácido Mendoza Ramírez, conserje de la entidad próximo a la jubilación, que invirtió un duro en el 9.029 y cuya vinculación con la historia rojiblanca le viene de ser el padre de otro Plácido Mendoza, de la Fuente de segundo apellido, quien en 1932 diseñó el glorioso escudo en forma de bala que, con ligeros retoques de colores y siglas, es en la actualidad el del GCF.

Empleados del Centro Artístico rodean al lotero que vendió el Gordo



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