EL ONCE FANTASMA

Pedro Escartín bautizó al Granada CF (el Recreativo Granada) con el apodo de "Once Fantasma" cuando este club era un recién llegado a la competición pero ya andaba codeándose con equipos de solera y aspiraba a lo máximo.
En este libro se narran las vicisitudes por las que atravesó el Recreativo en sus cinco primeros años de existencia y también se recogen los sucedidos ciudadanos más impactantes de aquella época revuelta que fue la de la II República.
En la foto de cabecera se ve al Recreativo que se enfrentó al Gimnástico de Valencia en el campo madrileño de El Parral, 21 de febrero de 1934. De pie: Sosa, Tomé, Calderón, Luque, Itarte, Carrera, Victorio y Tabales; agachados: Gomar, Morales y Herranz.
Para adquirir un ejemplar firmado y dedicado por el autor (20 €), dirigirse a
jlramostorres@gmail.com


Historia del Granada CF



domingo, 4 de marzo de 2018

DIMISIÓN DE MARTÍN CAMPOS

 Casafont, Millán, González, Sosa, Conde, Sierra, Marín, Trompi, Nicola,  Leal y Aparicio,  alineación titular del Granada en la primera parte de la liga 43-44



Ricardo Martín Campos se va
El empate a dos ante el Coruña de la jornada siete 43-44 sentó fatal y provocó una gran crisis en el Granada. Crisis deportiva al quedar el equipo 11º, a sólo un punto de los puestos de descenso directo, y también crisis institucional que dejó al club sin gobierno. Al terminar el partido frente al Coruña, con toda la hinchada saliendo de Los Cármenes bufando sus desdichas tras ver cómo su equipo no había sido capaz de conservar una ventaja de dos goles, entre la masa forofa era perfectamente reconocible la oronda figura de Ricardo Martín Campos. El gran cabreo de la multitud se tradujo inmediatamente en el grito generalizado de ¡fuera! ¡fuera!, sin que faltaran los más exaltados -o más echaos p’alante- que insultaran gravemente a los dirigentes rojiblancos. Dos días después, el presidente Ricardo Martín Campos, secundado por toda su directiva, presentaba su dimisión irrevocable.
 Terminaba así la presencia al frente de los destinos rojiblancos de alguien, Martín Campos, que merece un lugar preferente en la historia del Granada CF, al que sirvió –abnegadamente, subraya Patria en su despedida- desde distintos cargos como directivo y después como presidente, desde 1932, casi desde el mismo momento de la fundación del club. Fue una salida por la puerta falsa de uno de los dirigentes rojiblancos más importantes de toda su historia. Pero en realidad más que un adiós fue un hasta luego ya que Martín Campos volverá a la presidencia menos de cuatro años después, aunque en un Granada muy distinto.

  Ricardo Martín Campos (con sombrero en la foto) no soportó los improperios forofísticos y dimitió

 
Becerra Entrambasaguas nuevo presidente
La inesperada dimisión de Martín Campos no tardó en movilizar a distintos notables granadinistas: Gabriel Morcillo, Pascual Lacal, Manuel Fernández de Prada, Manuel Morales Souvirón, Manuel Pastor, Andrés Molina y Francisco Cabezas, quienes, convocados por el delegado en Granada de la Federación Sur, integraron una comisión de donde debería salir una nueva directiva y poner fin así a la crisis. Pero ni consiguieron llegar a acuerdo alguno ni nadie de entre ellos se animó a dar el paso y ponerse al frente del club, más que nada porque acababa de conocerse que la deuda acumulada por el Granada CF iba ya por las 400.000 ptas. del ala, una muy importante y preocupante losa para la época.
 En vista de que no había nadie que quisiera el sillón, el presidente de la Federación Sur, Antonio Calderón, intentó sin éxito convencer a Martín Campos para que se volviese atrás de su decisión, y al no conseguirlo nombró una nueva comisión, integrada por los dimitidos: vicepresidente, Antonio Becerra de Entrambasaguas, y directivo, Manuel Morales Souvirón, y también por el delegado en Granada de la Federación Sur, José Antelo Llamas.
Pocos días después, tras tantear esa segunda comisión a distintos potenciales candidatos y como ninguno estuviera dispuesto a hacerse cargo del club, el Granada tuvo nuevo presidente por el sistema de nombrarlo a dedo la Federación Sur, y éste no fue otro que el que había venido encabezando la segunda de las comisiones formadas para poner fin a la crisis: Becerra es el designado y éste acepta (no era fácil excusarse en aquellos años de lo que dispusiera la autoridad, fuera ésta del tipo que fuera), pero siempre pareció que esa aceptación la hacía sin mucho convencimiento y a regañadientes. A primeros de diciembre quedaba formada la directiva, en la que la vicepresidencia pasó a ocuparla Juan Diego Pérez de Haro y la secretaría general Francisco García Sánchez (el popular “Indalecio”). Varios de los componentes de la directiva dimitida permanecieron en la nueva, como es el caso de alguien con cierto protagonismo en la tragedia lorquiana, José “Pepiniqui” Rosales Camacho, que continuó como vocal. El primer acuerdo adoptado por la directiva entrante, a propuesta de Becerra Entrambasaguas, fue nombrar a Ricardo Martín Campos presidente de honor del Granada CF.
La flamante directiva entró con aire renovador y con ganas de poner en práctica medidas que sirvieran de fuente de financiación ajena a lo estrictamente deportivo, como darle uso a la explanada de acceso a vestuarios de Los Cármenes. A iniciativa de  Becerra se elaboró un proyecto de construcción de dos bloques de cuatro plantas con doce viviendas cada uno para alquilarlas preferentemente a los jugadores granadinistas y personal del club. En medio iría una piscina cubierta rodeada de jardines y un restaurante, y también se terminaría la tribuna, a medio hacer desde el mismo día del estreno del estadio. En la misma reunión de la junta directiva se acordó también solicitar de la compañía de tranvías que se construyera una nueva línea con parada en Los Cármenes ya que la más cercana quedaba en la Caleta. Buenas intenciones eran, desde luego, pero lo cierto es que nunca más se volvió a hablar de estas cuestiones.

 Antonio Becerra de Entrambasaguas, presidente del GCF desde diciembre de 1943


El Sevilla otra vez
La siguiente jornada, ya la octava, jugada el 21 de noviembre, fue una nueva derrota, 4-1 en el campo del Sevilla. Los Granada-Sevilla (y viceversa) venían siendo desde dos temporadas atrás algo así como una especie de avisperos balompédicos caracterizados por el pobre juego ofrecido por sevillistas y rojiblancos y en los que lo más destacable era siempre la cantidad de estacazos que se sacudían unos y otros, tanto dentro del terreno de juego como en las gradas y en las inmediaciones de los estadios, con pedreas y copiosa lluvia de otros objetos como acompañamiento. Este choque de la 43-44 en Nervión fue del mismo corte, también en esta ocasión saltaron chispas entre granadinos y sevillanos y según las crónicas hubo poca calidad de juego y mucha violencia, y como resultado, Nicola fue expulsado y sancionado cuatro partidos sin jugar por patear a un contrario, y Millán, Aparicio, Trompi y Sosa resultaron lesionados y muy mermados en sus facultades y, como remate, varias lunas del ómnibus rojiblanco quedaron hechas añicos. Una vez más el equipo ofreció una buena primera parte, a cuyo final llegó con empate a un tanto, para en la segunda, jugada entera con sólo diez (y a ratos con sólo nueve ya que Sosa necesitaba asistencia), desmoronarse y ser ampliamente goleado. La derrota supuso también pasar a ocupar el penúltimo puesto de la clasificación, 13º, sólo por encima del Celta, y entrar en zona de descenso directo.               
La gran figura del partido en Nervión fue el portero Casafont. Era el único aprovechable del lote de cuatro que vinieron del Europa a principios de temporada y también era el único que quedaba del susodicho lote, porque a estas alturas de temporada los otros tres ya se habían vuelto por donde vinieron. Desde la primera jornada se había hecho con la titularidad, relegando al banquillo a Floro y a Martí, aunque éste, después de llevar ya tres temporadas en Granada, seguía siendo prácticamente un desconocido para la afición. Las crónicas sevillanas, a pesar de los cuatro goles encajados, alaban su estilo y seguridad y dicen de él que fue de largo el mejor portero que había pasado por Sevilla esta temporada. Incluso se rumoreó el inminente fichaje por los blancos de este portero catalán.


   El guardameta Casafont en el campo del Sevilla acosado por tres contrarios. Fue el mejor a pesar de encajar cuatro goles



Ficha Ramos
            Jugadas las ocho primeras jornadas, el Granada sólo había ganado un partido, el primero del calendario, y era vicecolista, en puesto de descenso directo. Encima, nuevamente estaba en cuadro para viajar a San Sebastián a disputar la jornada nueve: Mas y Melito, hombres muy importantes en esta plantilla, llevaban lesionados desde pretemporada y todavía les quedaban meses para poder volver a contar con ellos; además, de la batalla de Sevilla vino Sosa lesionado y Nicola sancionado; para colmo, Sierra estaba enfermo, Safont se lesionó a última hora y también Aparicio, aunque éste pudo jugar pero mermado. Así, con una alineación de circunstancias en la que Marín ocupó el puesto de nueve, en el campo de Atocha sufrió el Granada una nueva derrota, 3-0, en un pésimo partido de los rojiblancos.
Ante la evidencia de que los fichajes para esta temporada no daban la talla y ante este panorama de lesiones y sanciones, urgía buscar nuevos futbolistas, así que a caballo de noviembre y diciembre se suceden los rumores de fichajes y vienen a Granada varios futbolistas para ser probados. El preferido y por el que más fuerte se apostó era el stuka Torróntegui, ya muy veterano y que acababa de retirarse, pero tras largas gestiones no vino alegando que no quería descuidar sus negocios en Sevilla. También estuvo a prueba el malagueño Segura, medio centro ya veterano que lo mejor de su carrera la había desarrollado en el Sevilla de antes de la guerra y que ya había sido probado por lo menos tres veces por nuestro equipo (la primera en 1933) sin llegar nunca a fichar, e incluso había actuado de rojiblanco en un amistoso la temporada anterior. Muy interesante hubiera sido incorporar al medio izquierdo Ortega, de 21 años, del Sans, al que ya se conocía desde la pretemporada catalana del Granada, natural de Lopera (Jaén), que no fichó aunque gustó bastante en sus partidos de prueba y que desde la temporada siguiente fue titular muchos años en el Valladolid y en el Oviedo, siempre en primera. Tampoco, desafortunadamente, se hizo caso a Cholín, de paso por Granada en viaje de novios, que recomendó el fichaje de Rafael Escudero, joven delantero del Indauchu que se fue al At. Bilbao haciéndole dos goles al Celta en su partido de debut. Casi fichado estuvo el delantero marroquí del Ceuta Melul, quien después de estar cerrado el acuerdo para su incorporación se volvió a su club de procedencia, aunque a finales de temporada sí que fichará por el Granada y será utilizado sólo en tres partidos de Copa. Seguramente la situación de provisionalidad derivada del interregno entre la dimisión de Martín Campos y la incorporación de la nueva directiva frustró la incorporación de algunos de estos valores que sin duda hubieran mejorado la plantilla.
 Finalmente el único que fichó fue Ramos, un medio que venía del Málaga y antes del Zaragoza y que ya había actuado a prueba en pretemporada, en los amistosos frente al Betis. Este Ramos jugó bastante esta temporada y dio algunas de cal y muchas de arena. Al mismo tiempo el defensa Camoto, fichado la temporada anterior y que sólo se alineó de rojiblanco en un único  partido, obtuvo la libertad y a continuación se enroló en el Málaga, de Tercera División, pero tuvo la mala suerte de fracturarse una pierna en el partido de su debut y ahí se acabó su carrera futbolística.

 El medio Ramos, fichaje de mitad de temporada


Adiós a la WM
Muy mal pintaban las cosas a principios de diciembre de 1943 en el Granada, cuando se habían disputado nueve jornadas, clasificado penúltimo, casi sin futbolistas ni directivos y esperando la visita del At. Aviación, que seguía siendo dirigido por Ricardo Zamora y que después de un año malo -el anterior- volvía esta temporada por sus fueros y aspiraba a todo.
                En vísperas de la visita del Aviación los diarios granadinos dan la noticia de que el Granada abandonará frente a los atléticos su táctica defensiva. El flamante presidente Becerra, haciéndose eco de lo que quieren los aficionados –dice la noticia-, se ha dirigido al míster Platko para que el equipo abandone la táctica que venía utilizando ya que no se cuenta con jugadores capaces para su desarrollo, informan Patria e Ideal. Platko no ha puesto ninguna pega y ha respondido en sentido afirmativo, así que a partir de ahora se volverá al juego que era característico del Granada. Así acababa el fugaz y pionero intento de modernización que el míster Platko quiso introducir en el fútbol español. Y es que los resultados mandan y en esos momentos nadie daba una perra gorda por la continuidad del equipo rojiblanco en Primera utilizando esa táctica u otra cualquiera.
                Vistiendo por única vez en toda su historia camisetas amarillas (hay otra ocasión en que el Granada ha vestido ese color, en el campo del Alcalá de Guadaira, en la temporada 2006-07, pero se trataba de una equipación prestada por el cuadro local) y pese al abandono dela WM, el partido frente al At. Aviación fue una nueva derrota, 2-3, pero el Granada, en el que debutaba el último fichaje, el medio Ramos, ofreció una imagen muy mejorada, sobre todo en el aspecto anímico, y derrochó pundonor, pero finalmente no pudo puntuar aunque las crónicas dejan claro que mereció al menos el empate y sólo le faltó suerte. Quizás influyera en la mayor entrega rojiblanca el hecho de que Becerra acababa de aumentar el sueldo a los futbolistas.


 El míster Esteban Platko quiso innovar en el fútbol español pero tuvo que dar marcha atrás



 Campo de concentración para forofos
Que los cuarenta fueron unos años muy autoritarios en España, no hace falta jurarlo. Y si no vean la nota que la Dirección General de Seguridad dio a conocer a primeros de noviembre, según la cual, en los campos de fútbol se ha observado entre los asistentes un inusitado aumento de expresiones soeces y manifestaciones que exceden de los términos correctos con que una persona medianamente educada exterioriza la emoción que el juego le provoca, y se está llegando a extremos que la autoridad debe reprimir en cumplimiento estricto de un deber de policía de costumbres; en consecuencia «…los agentes de seguridad procederán sin contemplaciones a la detención de quienes se excedan realizando cualquier agresión de palabra u obra, dando cuenta urgente a esta Dirección de los pormenores del hecho para  que, con criterio uniforme para toda España, se gradúe el tiempo del internamiento del causante en un campo de concentración donde, en ambiente de disciplina y trabajo, tendrá tiempo y oportunidad de meditar sobre el respeto que a sí mismo se debe y el que ha de exigírsele guarde a los demás…». Quizás muchos actuales aficionados al fútbol podrían estar de acuerdo con alguna de estas drásticas medidas ante las “hazañas” de los hooligans nacionales e internacionales que casi a diario vemos.
Con fecha 9 de diciembre el Gobierno Civil de Granada, casi calcando los mismos términos en que estaba redactada la nota de la Dirección General de Seguridad, pero restringiéndolo al ámbito provincial, daba a conocer a su vez una nota amenazando también con campo de concentración y trabajos forzados para los díscolos que en Los Cármenes se excedan de palabra u obra con los árbitros, los contrarios o cualquier persona, para que tengan tiempo de meditar y prescindan de «apasionamientos impropios de una sociedad culta».

Campo de concentración nacionalsindicalista en Miranda de Ebro

 
La pertinaz sequía
A los padecimientos que provocaba la escasez de todo lo más necesario y sus secuelas en forma de hambre, enfermedades, miseria y mil penurias más de todo tipo que ya venía sufriendo la población granadina como la de toda España, venían a sumarse en el otoño de 1943 nuevas congojas. La pertinaz sequía, dice la Mengemor, ha dejado los embalses bajo mínimos y no se puede producir la suficiente energía eléctrica, así que se anuncian nuevas y más drásticas restricciones en el suministro. Y es que los años cuarenta, sobre todo los primeros de la década, además de famélicos y carpantosos (perdóneseme el palabro), también fueron especialmente secos. Posiblemente se trate de los años con menos precipitaciones de todo el siglo XX, al menos desde que hay registros.
                ¿Qué podían hacer las autoridades de la Granada nacional-católica para remediar la situación? Poco, desde luego, pero lo que sí estaba en su mano era organizar rogativas públicas para impetrar del cielo el líquido elemento, a ver si por la vía del milagro se conseguía lo que naturaleza persistentemente negaba. Así, en nota publicada en primera página de los diarios y que firma el arzobispo Agustín, se movilizó a las fuerzas vivas para que el 18 de noviembre asistieran a la salida extraordinaria de la Virgen de las Angustias, desde su basílica hasta la Catedral, instando al mismo tiempo a todas las parroquias de la provincia a hacer lo propio con sus santos patrones. El día señalado tuvo lugar la procesión, a la que asistieron el alcalde Gallego Burín y el gobernador civil Pizarro Cenjor y todas las demás autoridades locales, además del arzobispo Parrado y el obispo auxiliar Hurtado, más representaciones de todos los templos y cofradías locales. Y tras una semana de rezos y ruegos en la Catedral (octavario le dicen), se organizó la misma procesión pero ahora en sentido inverso, de plaza de las Pasiegas a la Carrera.

 La Compañía Mengemor era la principal productora y distribuidora de electricidad en los años cuarenta


En ambas procesiones de ida y vuelta salió a las calles granadinas la Patrona, pero no iba sola, le acompañaban también las imágenes de San Cecilio, San Miguel y San Juan de Dios. Un póquer divino y muy penibético ante el que las alturas no tuvieron más remedio que rendirse y así, ¡por fin!, el 3 de diciembre (el mismo día que sir Samuel Hoare, embajador británico en España, llegaba a Granada en visita turística, de paso para Gibraltar), se abrieron los cielos y cayó sobre Granada una lluvia fina que duró toda la tarde y noche. Nada cuentan las crónicas acerca de si los asistentes a tan magnas procesiones de rogativa acudieron imbuidos de mucha o poca fe (y provistos de paraguas, claro), pero tan parco chubasco apenas dio para mojar las aceras y la sequía siguió siendo cada vez más pertinaz al menos unos cuantos meses, por lo que la compañía Mendoza-González Echarte-Moreno (“Mengemor”, un precedente de Sevillana y Endesa) llevó a cabo las restricciones en el suministro eléctrico con que venía largamente amenazando en anuncios en la prensa local:
              Se dará suministro de corriente continua solamente de 14 a 18 horas cada día; los escaparates de los comercios de Reyes Católicos, Gran Vía, Navas, plaza del Carmen, Zacatín y Mesones no deben de lucir a más de 100 vatios, y a 40 los de las demás calles granadinas; quedará en suspenso todo el alumbrado de anuncio; se suprimirá el 50 por ciento del alumbrado de bares y cafés, advirtiendo de la posibilidad de suspensión total del suministro si no se cumple esta disposición; se reducirá en un 50 por ciento el alumbrado público; el voltaje se reducirá en un 10 por ciento desde las 18 hasta las 24 horas; las industrias dispondrán de suministro sólo entre las 9 y las 18 horas; queda dividida la ciudad en seis zonas, y en cada una de ellas se suspenderá por completo el suministro un día a la semana desde las 7 hasta las 18 horas, restableciéndose a partir de esa hora sólo para alumbrado público; los cines y teatros tendrán que cerrar a las 21,15 y los bares y cafeterías a las 24, excepto los sábados y domingos; además, en cada domicilio particular habrá obligatoriamente que consumir en noviembre una cuarta parte menos de lo consumido en octubre, de lo contrario habrá corte total… Y más limitaciones del mismo jaez que vinieron a empeorar las ya precarias condiciones de vida del pueblo granadino y a convertir en impenetrables y tenebrosas las heladas noches de Granada a mediados de noviembre y por todo un especialmente gélido invierno como fue el de 1943-44. 


                             Rogativas para pedir al cielo el fin de la pertinaz sequía


   
Ejecuciones
                Casi simultáneamente a la celebración de las rogativas para impetrar del firmamento la ansiada lluvia, en la prisión provincial moría agarrotado “el antequerano”, alias de Marcos Chicón Agradano, natural y vecino de Villanueva de la Concepción, provincia de Málaga, de apenas veinte años, autor de secuestros y atracos por la zona de Loja y cuyo hecho más sonado fue el asalto a la Alsina Granada-Málaga. El mismo día corrió la misma suerte Antonio García Ramos, natural de Alcalá la Real y vecino de Íllora, cuyo delito era servir de enlace con los huidos en la sierra, dice la escueta nota de Ideal. Dos semanas después corría la misma suerte Pedro Expósito Fernández, de alias “Isidoro”, de Güéjar-Sierra, también acusado de diversos delitos de secuestro y atraco a mano armada. Los tres habían sido detenidos por la Guardia Civil en octubre, en diversas acciones en las que varios compañeros de los penados habían resultado muertos.


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